CONOCE QUIÉNES SON LOS MEJORES BODEGUEROS DE LIMA
ER.- La campaña #MiBodegaDeBarrio, creada por la Asociación de Bebidas y Refrescos Sin Alcohol del Perú (ABRESA), con el fin de ayudar a promover la reactivación económica de las más de 400 mil bodegas a nivel nacional, culminó con la premiación de tres bodegueros en Lima, considerados los mejores de sus barrios por su trayectoria, atención, innovación y adaptación a la nueva coyuntura por la COVID-19.
Leonor Rosales es la dueña de la Eco Bodega Leonor hace 30 años. Ella fue elegida como “Mejor Bodeguera de Barrio” y ganó un mes gratis de bebidas para abastecer su negocio. “Una de las lecciones más importante de esta pandemia es seguir siendo valientes y permanecer unidos, tanto la familia como con el prójimo. Por eso, a pesar de las dificultades, he seguido apoyando a los emprendedores de la zona en mi pared de anuncios y agradezco a Dios por darme la valentía para continuar trabajando. Sin ellos hubiera flaqueado en este negocio”, comenta Leonor.
Fidel Loyola abrió su bodega hace 22 años en Los Olivos y cuenta que siempre ha comprado a mayoristas para conseguir productos a menor valor y así venderlos a precios justos en su negocio. Él, como tantos otros dedicados a este negocio, ha dedicado día y noche a su trabajo y a sus vecinos. La pandemia lo ha obligado a atender a puerta cerrada, manteniendo las medidas de seguridad como el uso de mascarilla, el lavado de manos constante para manipular los productos y la desinfección de toda la mercadería que llega a su tienda.
“Quiero agradecer a todos los clientes que son a quienes los bodegueros nos debemos y por quienes trabajamos día a día. Estoy muy feliz porque es la primera vez que gano un concurso que reconoce el trabajo y trayectoria que tiene mi bodega”, comenta Fidel.
Rossana Cebrian, dueña de la bodega Las Laderas hace ocho años, comenzó como vendedora ambulante hace 25 años. Tras 13 años vendiendo en la calle desde las 6 de la mañana durante 12 horas, decidió dejarlo cuando sus hijos empezaron a preocuparse por su seguridad. Con el inicio de la pandemia, pensó en cerrar la bodega por miedo a contagiarse, pero su esposo perdió el trabajo y tomaron valor para seguir adelante.
“Estoy sumamente agradecida con la gente de mi barrio que me compra y a mis hijos que me apoyan día a día. Gracias a mis clientes tengo lo que tengo hoy en día porque vienen a comprarme. Gracias a este trabajo he podido construir poco a poco mi casa”, comenta Rossana.